Fuksas manda a volar a China

Pero no en el sentido que está de moda en el momento, sino construyendo un aeropuerto en Shenzhen. De Massimiliano y Doriana Fuksas, viene un nuevo aeropuerto que pretende ser el puente entre esta ciudad y el resto del mundo. El diseño, con curvas muy limpias, delicadas y recordándonos del concepto de la «máquina para vivir», sólo que en este caso es una máquina para volar y muy ad hoc recordar que l’avion accuse!

Cortesía Dezeen.

Guggenheim + 1: otro de Zaha Hadid

Zaha Hadid acaba de ganar el concurso para el Guggenheim Hermitage Museum en Lituania. Estuvo compitiendo contra D. Libeskind y M. Fuksas.

Por la vista del exterior, me parece más interesante el de Libeskind; tendría que conocer todo el proyecto para juzgarlos adecuadamente.

A continuación los renders:

Los de Libeskind

Los de Fuksas

Los de Hadid

Los tres

Cinco de los Beatles

Entre el gran repertorio de The Beatles se encuentran un sinfín de canciones que nadie nunca ha escuchado. Probablemente no muchos hayan oído siquiera hablar de What’s New Mary Jane o Teddy Boy, y francamente, de la primera no se pierden mucho: probablemente la única canción que el cuarteto debió haber guardado en los más recónditos de los lugares.

Pero hay esas canciones que nadie ha escuchado, o que muy pocos lo han hecho, y que merecen más atención por su excelente calidad. He aquí mi lista de las cinco:

5. Helter Skelter: Muchas veces citada como la primer canción del heavy metal, y algunas veces discutido este punto; no hay duda de la calidad de esta pieza. Y muy posiblemente el título suene para algunos como un simple juego infantil ó el asesinato a sangre fría de Charles Manson y curiosamente ambas interpretaciones estarían correctas. El título se refiere a un juego británico, y también se refiere al texto que escribió Manson en una escena de asesinato, según él, inspirada por la canción. Gracias a esto, la canción no ha tenido gran propagación y los gritos que le arrancan la garganta a McCartney en esta canción han quedado olvidados.

4. Norwegian Wood: Una canción muy simple realmente, más que nada un poema; un juego de palabras y la simplicidad del relato autodiegético. Las imagenes y el sitar con ese ritmo tan peculiar. Y la ironía de ser utilizado cuando ese mismo era el propósito del yo lírico.

3. While My Guitar Gently Weeps (Anthology 3): Mientras que la versión que fue grabada en The White Album tenía el acompañamiento de Clapton y verdaderamente hacia a la guitarra llorar, lo cierto es que la versión acústica de Harrison solo es mucho más bella. Inclusive la estrofa que le faltó a la versión final le agrega tanto significado. En tema, esta pieza acompaña a I Me Mine, acerca de la pasión egoísta del artista.

2. Dear Prudence: Otra de las canciones no tan populares que nadie menciona cuando habla de Yesterday, Let it Be, Hey Jude. Y sin embargo, está a la altura de estas canciones con la melodía tan fácil de recordar y una letra llena de vida.

1. Hey Bulldog: Recluída al álbum Yellow Submarine, goza del anonimato del que gozan todas las canciones de este álbum (con la excepción de la canción del título). Es una pieza que tiene brillantes improvisaciones, estructura perfecta, letra llena de energía y una guitarra que la encapsula y la traduce en un magnífica interpretación.

¿El Guggenheim de Guadalajara muerto?

Es muy importante para el mexicano sentirse bien de tener una nueva atracción en casa, no por nada se le otorgó a Tom Krens La Orden del Águila Azteca en el 2006, agradeciendo al entonces cabeza de la franquicia Guggenheim el regalo que le hacía a México.

Recordemos, el proyecto va en manos del mexicano Arq. Enrique Norten y supuestamente estaría listo para los panamericanos del 2011. Pero con un costo estimado de unos 300 millones de dólares y la renuncia de Tom Krens, el proyecto no parece ver la luz del día, a razón de las mismísimas fuerzas que dejan los sueños en los suelos, y no es la gravedad sino el dinero. Según se reporta, el año pasado apenas se juntaron 4 millones de dólares recabados de donaciones privadas.

Es una triste realidad, la de la falta de presupuesto en un sinfín de proyectos de arquitectura en el mundo que rodea a Dubai. Sin embargo, Fernando Fernández, a cargo del consorcio en Guadalajara, parece optimista acerca de todo esto. Probablemente haya un futuro para el museo, esperemos.

Ruinas

La arquitectura es una máquina del tiempo. Diseñas algo: el futuro, lo construyes, lo vives en todo su esplendor y lo observas decaer, poco a poco, convertirse en ruina y volver a lo que fue algún día: caos, desorden, naturaleza. Vivir la arquitectura es viajar el pasado; el ayer no es precisamente el pasado, y éste no es lo que ya pasó, sino que lo que remotamente fue.

Por ejemplo, Ankor Wat. Esta imagen, cortesía de flickr.com, muestra la interacción entre naturaleza y ruina. Hay una serenidad de las ruinas que invita a la naturaleza a unírsele.

Como si hubiera muchas dimensiones, y el edificio ha nacido a través de uno de los muchos caminos y vuelve a su origen a través de otro. Pero vuelve.

Pasados los años, la ruina es un portal. Vemos el Partenón para ver a Grecia antigua; el Coliseo a Roma; las Píramides a Egipto y Mesoamérica. En cierto sentido, relacionamos las ruinas con el inicio de la vida y les construímos a los niños sus pequeñas ruinas en las que pueden desenvolverse, echar a volar su imaginación; iniciar su vida. Los juegos de los parques, con sus formas caóticas fueron inspirados en ruinas, aunque hoy en día la sociedad prefiere seguridad sobre imaginación, y por alguna razón se les trata como antónimos, minimizando los misterios del metal y la madera, reemplazándolos con plástico en cada lugar que podemos.

Durante la Segunda Guerra Mundial, muchos de los niños europeos lo único que tenían eran las ruinas. Redescubrir su mundo ahora diferente.

El caos, la decadencia, el desorden; todos estos son interesantísimos para la mente curiosa. ¿Qué pasaría si construyeramos ruinas? Edificios decaídos, ventanas rotas, puertas tumbadas, naturaleza por todas partes, inclusive algún animal salvaje.

Pero, ¿serían ruinas? ¿qué les pasa con el paso del tiempo? ¿super ruinas? ¿híper ruinas?

En tal caso, ¿podemos emular el tiempo, tomar su poder en nuestras manos?

¿Y qué del caos premeditado?

Por cierto, un número infinito de monos escribiendo en un número infinito de máquinas de escribir en un periodo de tiempo infinito casi seguramente escribiría, algún día, las obras completas de William Shakespeare.